
PARTE I – Un Aliado Caído del Cielo

Hay un sabor que todos los que crecimos en los 8 y 16 bits recordamos: el de la dificultad pura, el de la victoria agridulce tras horas de intentos. Pero entre esos sabores, hubo uno mucho más dulce y peculiar: el de las gominolas. En una era dominada por héroes armados hasta los dientes, un juego nos enseñó que la verdadera fuerza no residía en las espadas o los láseres, sino en la confianza, el ingenio y una bolsa de gominolas compartida con un amigo de otro planeta. Este es el recuerdo de A Boy and His Blob: Trouble on Blobolonia, una joya que demostró que la NES era un lienzo para todo tipo de ideas, por extrañas que parecieran. En este análisis de A Boy and His Blob vamos a desenterrar los secretos de esta obra de culto.
A finales de los 80, el panteón de la NES estaba copado por fontaneros, elfos y soldados. En ese contexto, la llegada de «A Boy and His Blob» se sintió como una bocanada de aire fresco y creativo. Su nombre completo, A Boy and His Blob: Trouble on Blobolonia, ya era una declaración de intenciones. En Japón, fue conocido como Fushigi na Blobby: Blobania no Kiki (ふしぎなブロビー ブロバニアの危機, lit. «El Misterioso Blobby: La Crisis de Blobolonia»).
Clasificado como un juego de puzles y plataformas, se desmarcaba por completo de la acción frenética de sus contemporáneos. Fue desarrollado por Imagineering y publicado por Absolute Entertainment, un estudio fundado por David Crane, una leyenda de la industria y cofundador de Activision. La reputación de Crane, creador de Pitfall!, ya era un sello de garantía de que estábamos ante algo diferente. El juego debutó en la Nintendo Entertainment System en octubre de 1989 en Norteamérica, llegando a Japón un año después, en noviembre de 1990.
PARTE II – Una Trama Dulce como el Caramelo
La historia de «A Boy and His Blob» es simple, encantadora y directa, contada principalmente a través de su manual y la situación inicial del juego. Una noche, mientras nuestro protagonista (un chico anónimo) duerme, una extraña criatura con forma de gota, un «blob», se estrella en su patio. Su nombre es Blobert, y viene del planeta Blobolonia.
Blobert ha huido para buscar ayuda: su mundo ha sido conquistado por un malvado Emperador que, en un giro argumental delicioso, ha prohibido todo alimento que no sean dulces, vitaminas y chucherías, de las que se alimenta en exclusiva. Armado únicamente con su ingenio y una bolsa de gominolas que convenientemente tenía en su mochila, el chico decide ayudar a su nuevo amigo. Juntos, deben viajar por la Tierra en busca de tesoros para comprar vitaminas y luego embarcarse en un viaje a Blobolonia para derrocar al tirano goloso. La narrativa, aunque mínima, evoca el tono de las películas de ciencia ficción familiares de los 80 como E.T., el extraterrestre, centrada en la amistad incondicional entre un niño y un ser de otro mundo.

PARTE III – El Arsenal de Gominolas: Un Gameplay para Pensar
El núcleo jugable de «A Boy and His Blob» es tan único como su premisa, y es aquí donde reside su genialidad y, para algunos, su frustración. El jugador controla al chico, que no puede saltar muy alto ni atacar. Su única habilidad es lanzar gominolas de distintos sabores a Blobert. Cada sabor transforma al blob en un objeto diferente y útil. Por ejemplo:
- Regaliz (Licorice): Escalera
- Manzana (Apple): Gato (para levantar objetos)
- Lima (Lime): Llave
- Naranja (Orange): Trampolín
- Vainilla (Vanilla): Paraguas
- Ketchup: Puente (¡Sí, ketchup!)

El «game feel» es deliberadamente pausado. No se trata de reflejos, sino de observación y experimentación. ¿Cómo cruzo este abismo? Quizás con un puente de ketchup. ¿Cómo alcanzo esa plataforma? Una escalera de regaliz es la respuesta. Este análisis de A Boy and His Blob no estaría completo sin mencionar sus controles, a menudo criticados por ser algo imprecisos y «flotantes», lo que podía llevar a muertes frustrantes. La curva de dificultad era extraña; más que aumentar progresivamente, presentaba picos basados en puzles crípticos que exigían pensar «fuera de la caja» o, en muchos casos, un tedioso ensayo y error. Pese a ello, la sensación de resolver un enigma con la herramienta correcta era inmensamente satisfactoria, un desafío intelectual en una consola que a menudo solo pedía destreza con los pulgares.
PARTE IV – Un Legado de Culto que Perdura
En su lanzamiento, la recepción de «A Boy and His Blob» fue mixta, pero generalmente positiva. Medios como Nintendo Power elogiaron su originalidad y concepto innovador, aunque señalaron la frustración que podían causar sus controles y puzles. No fue un éxito de ventas masivo, pero su propuesta caló hondo en una comunidad de jugadores que buscaba experiencias diferentes.
Visto con la perspectiva actual, ¿ha envejecido bien? Jugablemente, sus costuras son visibles. La imprecisión del control y la naturaleza a veces ilógica de los puzles pueden ser exasperantes. Sin embargo, su concepto central sigue siendo brillante y encantador. Su legado es innegable: se convirtió en un clásico de culto y un ejemplo perfecto de diseño de videojuegos audaz. Su influencia se cimentó con una secuela para Game Boy y, sobre todo, con la aclamada reimaginación de 2009 desarrollada por WayForward para Wii, que modernizó los controles y expandió el universo con un arte exquisito, demostrando la atemporalidad de su núcleo emocional.
PARTE V – La Búsqueda del Blob en Español
El lanzamiento original de «A Boy and His Blob» en la NES nunca contó con una traducción oficial al español. Los textos del juego eran escasos, pero la barrera del idioma en el manual y los nombres de las gominolas podía suponer un pequeño obstáculo. Afortunadamente, la comunidad de fans ha rescatado esta joya para los hispanohablantes. A lo largo de los años, han surgido varios parches de traducción no oficiales (romhacks). Uno de los más reconocidos y difundidos fue realizado por el traductor conocido como «Wander», permitiendo que una nueva generación pueda disfrutar de la aventura con todos sus matices en nuestro idioma.
PARTE VI – Reviviendo el Clásico a Fecha de Hoy
Si te ha picado el gusanillo de la nostalgia y quieres ayudar a Blobert, existen varias vías legales y accesibles para disfrutar de esta aventura hoy en día:
- La Vía Purista (Hardware Original): La experiencia más auténtica es jugar en una consola NES original con su cartucho. Aunque requiere una inversión en hardware retro, sentir el mando original en tus manos es incomparable.
- Reediciones Oficiales: ¡Buenas noticias! Nintendo ha rescatado el clásico. A Boy and His Blob: Trouble on Blobolonia está disponible en el catálogo de juegos de Nintendo Entertainment System del servicio de suscripción Nintendo Switch Online. Esta es, sin duda, la forma más fácil y legal de jugarlo en una consola moderna.
- Emulación Responsable: La emulación en PC o dispositivos compatibles es otra opción popular, especialmente para probar las traducciones de fans. Siempre y cuando poseas una copia original del juego, la emulación es una forma fantástica de preservar y disfrutar del título con mejoras como los estados de guardado.
PARTE VII – El Minimalismo Encantador de su Arte y Sonido
El apartado audiovisual de «A Boy and His Blob» es un claro ejemplo de «menos es más». Aunque no hay registros claros que separen a los artistas y compositores del equipo de Imagineering liderado por David Crane, el resultado es coherente y memorable. La dirección artística apuesta por la simplicidad: fondos oscuros y cavernosos que contrastan con los diseños sencillos pero expresivos de los protagonistas. El chico es un simple monigote y Blobert es una gota blanca, pero ambos derrochan personalidad. Los sprites de las transformaciones son funcionales y fácilmente reconocibles, un triunfo del diseño con recursos limitados.
La banda sonora es igualmente minimalista. La melodía principal es un tema corto, pegadizo y que se repite en bucle. Lejos de ser molesto, se convierte en un compañero constante de la aventura, una sintonía que evoca inmediatamente la sensación de exploración solitaria y misterio. Los efectos de sonido, como el «pop» de las transformaciones, son simples pero efectivos, cumpliendo su función a la perfección.
PARTE VIII – Secretos Caídos de la Mochila
Como todo buen clásico de NES, «A Boy and His Blob» está lleno de curiosidades y secretos que enriquecen su historia:
- El Padre de Pitfall!: Su creador, David Crane, es una figura legendaria. Frustrado con la falta de reconocimiento en Atari, cofundó Activision. Años después fundaría Absolute Entertainment, siendo «A Boy and His Blob» uno de sus primeros y más personales proyectos.
- El Código Konami… a su manera: El juego no usa el famoso código, pero sí tiene un truco icónico. En la pantalla del título, si pulsas Select varias veces, puedes aumentar tu contador de vidas hasta 99.
- Gominolas Extra: El juego incluye dos sabores de gominola que no transforman a Blobert en nada útil, sino que afectan al entorno o a él mismo. La gominola de Miel (Honey) hace que las abejas se acerquen y la de Chocolate (Chocolate) lo deja inmóil temporalmente. Eran pistas falsas para el jugador.
- Diferencias de Portada: El arte de la caja es un caso de estudio. La portada americana es icónica por su minimalismo: un simple dibujo del chico y Blobert sobre un fondo blanco, con una gominola en el aire. En cambio, la portada japonesa es un dibujo de estilo anime mucho más detallado y colorido, mostrando una interpretación muy diferente de los personajes.
- Glitch Legendario: Existe un famoso glitch que permite al jugador saltar en el aire si se alinea correctamente con Blobert después de que este se transforme desde un agujero. Un truco esencial para los speedrunners.
Si quieres conocer otra creación legendaria de David Crane, no te pierdas la historia de cómo Pitfall! definió el género de plataformas o para otro juego de NES que rompió moldes, visita nuestro análisis de StarTropics.